Un centro de procesamiento de datos (CPD), también denominado centro de datos o Internet Data Center (IDC), es una instalación física donde se agrupan los recursos informáticos esenciales para una empresa o proveedor de servicios. Estos espacios, fundamentales para el almacenamiento y gestión de datos, están en constante evolución debido al avance de la tecnología y las crecientes demandas digitales.
El sector digital es responsable de un 3.8 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Uno de los retos a los que se enfrenta el sector tecnológico es el medioambiental. El mundo digital, aunque parece intangible, se basa en toda una red de servidores, infraestructuras de red y centros de datos que lo convierten en responsable de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
El consumo de productos electrónicos y servicios digitales tiene un coste medioambiental, como se desprende de los estudios del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Así lo advierte también DATA4 en base a los datos de GeSI SMARTer 2030. Y el volumen de usuarios, datos y, por tanto, necesidades energéticas no deja de crecer.
Según la revista National Geographic “cada minuto se envían en el mundo 38 millones de mensajes de WhatsApp, se visualizan 266.000 horas de Netflix, 4,3 millones de vídeos en YouTube y se realizan 3,7 millones de búsquedas en Google, según los datos de la compañía analítica Cumulus Media publicados en Visual Capitalist. Si Internet fuera un país, sería el sexto más contaminante del mundo. Así lo afirman los datos de la organización Greenpeace en su informe Clicking Clean”
El causante principal de la huella ambiental de los CDP es la energía necesaria para hacer funcionar su infraestructura. Los centros de datos, las antenas de móvil y los dispositivos necesarios para acceder a internet requieren grandes cantidades de electricidad.
Para compensar las caídas de tensión, en los data center se almacenan grandes baterías, como las de los coches. A veces se utilizan incluso enormes generadores diésel. Internet no para de crecer, en el horizonte se asoman los coches autónomos, aumentan los dispositivos portátiles y los hogares conectados. La nube se expande y cada vez habrá más datos que procesar y almacenar. Hasta la fecha, hay nueve millones de centros de datos en todo el mundo. Y solo los que están en suelo estadounidense usan el 10% de la energía nacional.
Jon Koomey, profesor de la Universidad de Stanford, es uno de los pocos que se ha dedicado a calcular este impacto y afirma que el uso de Internet, si tenemos en cuenta todos los elementos que lo hacen funcionar, supone el 8-10% de nuestro consumo energético. Los centros de datos representan un 1,52%. Para Jon Koomey, experto en el impacto medioambiental tecnológico, los elementos más importantes a medir son lo que denomina «the big three»:
- El equipo que usamos para acceder a Internet (ordenadores, tabletas, portátiles, routers).
- Los centros de datos (que almacenan y alojan las páginas web).
- Las redes de acceso (el cableado y las antenas que transportan los datos).